Bodgan tenía planes emocionantes, como celebrar el cumpleaños de su hermano pequeño: «cumplió 10 años el 24 de febrero, el día en que Rusia inició la invasión total». Además, su madre y él tenían entradas para el Diesel Show, su programa de comedia favorito. Ambas cosas tenían que suceder en un futuro próximo, pero Bodgan también tenía pensado ir a trabajar en el extranjero y disfrutar al máximo de la experiencia de vivir en otro país.
Bodgan vive en Leópolis con su familia. Dice que por ahora sigue siendo un lugar seguro. Al preguntarle sobre el lugar al que van él y su familia cuando suenan las sirenas, responde:
«Vivimos en una casa de paneles planos y nuestro sótano no es un refugio seguro para escondernos. Cerca de casa, hay algunas instalaciones de infraestructuras esenciales, no militares, pero fueron atacadas con cohetes hace unos días»
El 24 de febrero recuerda que tenía que llevar a su hermano pequeño al colegio, pero su familia lo despertó y le dijo que la guerra había empezado.
«No me lo creí hasta que lo vi en las noticias. Acto seguido, empecé a llamar a todos mis familiares»
«Me alegro de tener mi trabajo. La gente agradece que los servicios de entrega sigan funcionando; de hecho, les reconforta ver que la economía no se ha detenido». Para él, llevar dinero a la casa es crucial, ya que es el único miembro de su familia que puede trabajar: «Me resulta difícil quedarme sentado sin hacer nada, así que combino las actividades de voluntariado con mi trabajo, especialmente porque soy el único que puede ganar dinero en la familia».
Yurii, Sergey, Serhij, Bogdan & Oleksiy son cinco de los muchos repartidores de Ucrania que cada día llevan esperanza a quienes les abren las puertas de sus casas o les esperan en las estaciones de metro para recibir sus medicamentos. Hoy los conoceremos un poco más en profundidad y nos centraremos en su lado más personal, como los ojos de la ciudad que nunca dejan de mirar.